Íbamos a recoger en Motril a la Ecoescuela de Torre del Mar para irnos juntos a Huerto Alegre, una Granja Escuela donde se iba a celebrar el Encuentro.
Cuando llegamos a la granja, los monitores y monitoras ya nos estaban esperando para realizar un taller de origami mientras esperábamos que llegaran los demás centros. Seríamos 8 Ecoescuelas en total, una por cada provincia de Andalucía.
Cuando llegaron todos, nos instalamos en las habitaciones y nos preparamos para nuestra primera comida. Había que organizarse porque nos turnaríamos para ser encargados de mesa.
Después de la comida hicimos una actividad muy interesante que consistía en hacer parejas al azar y realizar un recorrido por la finca (fantástico lugar en plena naturaleza), hablando con la persona que nos había tocado para conocerla y saber de sus gustos y aficiones. A la vuelta decoraríamos su sobre, donde durante esos días todo el mundo podía poner notas de reconocimiento o buenos deseos para con esa persona.
A la vuelta del paseo tocaba degustar los productos típicos que habíamos llevado todos.
Esa tarde comenzó la presentación de las ecoescuelas. Lo hicimos cuatro, y nosotros fuimos la primera.
Después de la cena, hubo diferentes juegos de velada. Lo pasamos muy bien.
Al día siguiente, después del desayuno, hicimos talleres. Había varios, y todos muy interesantes, con lo que fue difícil elegir.
Después de la comida, la presentación del resto de las ecoescuelas y la gymkana de juegos. Para participar hicimos equipos en los que íbamos una persona por provincia, por lo que estábamos obligados a relacionarnos con los compañeros y compañeras de las demás ecoescuelas.
En cada una de las pruebas, nos daban una tarjeta con una frase de los códigos de conducta de nuestros colegios, para ir rellenando el libro en blanco que tenemos en la bandera de ecoescuelas.
Además, en cada uno de los juegos se practicaba un valor: escucha, solidaridad, confianza...eran necesarios para poder desarrollar la prueba con éxito.
Después de las duchas y la cena, también hicimos velada, esta vez con los juegos que cada centro había preparado.
A la mañana siguiente, después de desayunar y recoger las habitaciones, hicimos una pequeña ruta de senderismo, para conocer un poco más el entorno de la granja. Subimos hasta un mirador desde donde se divisaba Sierra Nevada y otras sierras cercanas.
Al volver a la granja, repusimos fuerzas con unas galletas con chocolate y pasamos a hacer la que sería nuestra última actividad: El bote de besos: consistía en que cada una de las ecoescuelas habíamos llevado un bote con recuerdos de nuestro entorno, y lo intercambiaríamos con otro centro. Resultó un ejercicio de reconocimiento de los demás y fue muy emotivo. Nosotros recibimos la caja de nuestros compañeros de Puerto Real. Nuestro bote se lo dimos a la Ecoescuela de Córdoba.
Y después de comer llegó la hora de la despedida. Atrás quedarían tres días de nuevas experiencias y actividades. Lo mejor de todo ha sido el clima que en todo momento se ha respirado en el Encuentro. Caras felices por todos lados, ambiente sereno y de tranquilidad, los monitores y monitoras que parecían ángeles, y la amabilidad extrema de todo el personal de la granja.
La experiencia ha sido realmente fantástica, nos ha tocado a todos/as el corazón de tal forma que en nuestras vidas habrá un antes y un después de la realización de este encuentro.
Gracias de corazón a todo el que lo ha hecho posible.
¡HASTA PRONTO, AMIGOS!